Como la sombra que se va es una novela que Antonio Muñoz Molina publicó en 2014 y que sigue a una lista de títulos como El viento de la Luna, El invierno en Lisboa y Todo lo que era sólido, entre otros. Este ejemplar, de la editorial Seix Barral, llegó a mí por pura casualidad, y quizás eso sea un aliciente más que añadir a mi calificación del mismo.
Por mi cumpleaños, un querido amigo mío, como acostumbra a hacer desde hace bastantes años, se presentó en mi casa con un pesado paquete con forma de libro liado en papel azul de lunares blancos y que escondía en su interior, haciendo evidente que mi imaginación había acertado en sus suposiciones, un libro. Un libro que yo ya tenía, para mala suerte de mi amigo, que quería sorprenderme con su regalo, y yo, que lo sabía cabizbajo por tal motivo, decidí que si se podía cambiar el libro, él mismo me acompañaría a elegir su sustituto en mi estantería. Entramos en la librería y, de entre todos los títulos y todas las portadas que allí había, Antonio Muñoz Molina se presentó ante mí con Como la sombra que se va, y cuando mis dedos entraron en contacto con la tapa del mismo, ya sabía que ese ejemplar se venía a casa conmigo.
Y pasó el tiempo y las urgencias no me dieron tiempo a dedicarme a leer un libro que, pese a haberme llamado la atención en la librería, no me creaba demasiado interés. ¿Qué sabía yo de Antonio Muñoz Molina antes de que este libro cayera en mis manos? Nada excepto lo que de oídas se escucha en reuniones y librerías, lo justo para saber que era un escritor. Y me sorprendí cuando en la primera página el interés inicial, que podríamos decir estaba en torno a un dos, se vio tornado en otro muy diferente. El misterio del inicio de la novela, combinado con la prosa larga y elaborada del autor, consiguen que desde un primer momento el lector, sea más o menos leído, se vea inmerso en una historia de la que no podrá librarse fácilmente.
Entre lo que yo podría considerar errores en este libro, aunque a otros lectores les resulte parte fundamental a la hora de evaluar una obra, destaco la longitud de la novela que, pese a ser la necesaria para contar todo lo que cuenta, sí que consigue que en algunos tramos la historia se seque y el lector se aburra.
Con todo, Antonio Muñoz Molina consigue introducirnos en la historia de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, y a la vez en su propia historia desde dos puntos: el presente y su juventud. El autor cuenta su primer viaje a Lisboa para la concepción de El invierno en Lisboa y, a la vez, su nuevo viaje a la capital portuguesa y cómo la ciudad ha cambiado en todo ese tiempo. Además, conocemos en esta obra a un Antonio Muñoz Molina humano, que cuenta sus vivencias primerizas como escritor, su juventud, su forma de ver el mundo actualmente, temas íntimos de su vida privada y, además, algo que considero imprescindible para que esta novela me haya gustado como lo ha hecho: su punto de vista sobre la literatura. No habla de la literatura en sí, sino de su forma de ver la literatura, de cómo afronta sus novelas, qué cuesta más a Antonio Muñoz Molina a la hora de escribir una historia y qué le es más sencillo. Con todo esto consigue, con un orden que parece arbitrario pero que no lo es para nada, contarnos tres historias que a la vez es una sola.
Un léxico abrumador, una sintaxis elaborada con frases que pueden alcanzar longitudes inimaginables pero con las que el lector no se atraganta al leerlas, sino que se escuchan casi como si una música las acompañara.
Si tuviera que calificar esta novela con una nota sobre diez, sería sin duda un ocho, pero no un ocho de notable, sino un ocho sobresaliente, de no ser una novela de las que uno se tatuaría y que están en los anales de la historia, pero sí una novela a tener en cuenta, sobre todo ahora que este servidor quiere ser escritor y cada aprendizaje es poco. Por tanto, señor Antonio Muñoz Molina, ha sido un gusto conocerle en esta obra y, aunque sé que no va a ser la última que me lea de las que llevan su nombre en la portada, sí sé que me va a gustar más que ninguna otra que lea, porque ha sido la primera, ha sido una muy buena elección para empezar a conocerle de hecho, y porque ha sido la novela que necesitaba en el momento justo.
Y, a quienes quieran leerla, se lo hayan planteado o no, solo decirles que adelante, que aprenderán muchísimo de un hombre curtido en la literatura. No van a divertirse como si leen a Dan Brown o a, yo que sé, Megan Maxwell, pero van a enriquecerse, y eso sí que no está pagado con lo que cuesta el libro.
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