Decía
Ernest Hemingway en su París era una
fiesta de Scott Fitzgerald: Su
talento era tan natural como el dibujo que forma el polvillo en un ala de
mariposa. Hubo un tiempo en que él no se entendía a sí mismo como no se
entiende la mariposa, y no se daba cuenta cuando su talento estaba magullado o
estropeado. Más tarde tomó conciencia de sus alas vulnerada y de cómo estaban
hechas, y aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor
al vuelo y no sabía hacer más que recordar los tiempos en que volaba sin
esfuerzo. Después de esta descripción, Hemingway nos relata cómo
Fitzgerald le presentó su “El gran Gatsby”
y lo impresionado que quedó al leerlo.