Para
escribir cuando no estés es
mi primera antología de relatos, basada en “el arte del olvido, el
dolor y la escritura como punto de fuga”, publicada con Editorial
Donbuk el día 29 de septiembre de 2017 y que incluye un
precioso prólogo escrito por Manuel Espejo Jurado, autor de Sabes
que... y La
tienda de zapatos.
Sinopsis:
«Sabía
que algún día te irías mucho antes de que te fueras. No eres
alguien más, has sido, eres y serás el todo, la unión de todas las
personas que pasaron por mi vida dejando huella en mi alma: mi
abuelo, mi amigo búlgaro, mi primo, mi madre… Eres todos ellos y a
la vez no eres nadie, porque ya no estás, porque no volverás a
estar.
Te escribiré un poema asesino, pelearé con mi conciencia para aprender a predicar mi vulnerabilidad, te mataré en mis escritos, llegará la Navidad, el frío, y no volverás.
Te escribiré un poema asesino, pelearé con mi conciencia para aprender a predicar mi vulnerabilidad, te mataré en mis escritos, llegará la Navidad, el frío, y no volverás.
Por todo esto este libro te pertenece y es para ti, seas tú o seas otra persona, porque, al final, tanto yo como todos los escritores del mundo, algún día tendremos que aprender no a desenfrenar nuestra pluma y caminar, sino a escribir cuando no estés.»
Esta
antología de relatos no nació por casualidad. Cuando era
simplemente un proyecto de escritor, mis ideas tenían forma de
novelas, hasta descubrí que García Márquez era mucho más que 100
años de soledad y Crónica de una muerte anunciada,
por nombrar dos de sus obras, sino que, además, escribía relatos
cortos de una calidad asombrosa, como Diálogo del
espejo o El ahogado más hermoso del mundo. Con
él conocí también al que me gusta llamar el maestro entre los
maestros, Jorge Luís Borges, y relatos tan increíbles como Tigres
azules o, por supuesto, su “ópera prima”, El
Aleph. Podría enumerar una cantidad indecente de relatos que,
para mí, son obligatorios casi, pero me voy intentaré ser breve,
pues Hemingway es importantísimo con La capital del
mundo y Un lugar limpio y bien iluminado,
Raymond Carver, con Diles a las mujeres que nos vamos y La
calma, Kafka con La condena, Julio Cortázar con La
noche boca arriba. Vladimir Nabokov, James Joyce, Edgar Allan
Poe, Ray Bradbury… autores que conocemos, normalmente por sus
novelas y que, en realidad, eran artistas, también, del relato
breve. Entre el estudio de todos estos autores me encontré
escribiendo relatos y, un día, decidí que mis relatos estaban muy
solos y que, quizás, sería buena idea juntarlos con una bonita
portada y una sinopsis elegante en la contraportada.
El
primer relato que yo escribí, de forma oficial, fue El
café de pellejito y
por eso es el que abre Para
escribir cuando no estés.
Este cuentito nació en el seno del Máster de Escritura Creativa, en
una asignatura dedicada exclusivamente a los relatistas
norteamericanos del siglo XX. Teníamos que subir los relatos a un
blog colaborativo en el que el profesor nos iba a valorar y ninguno
de mis compañeros se decidía a inaugurarlo, así que decidí ser yo
el que lo hiciera. Tenía ganas. El
café de pellejito habla
de un nieto y su abuelo, de una relación más de amistad que de
parentesco, de secretos y confidencias, de una vida y su modelo a
seguir. No os voy a engañar, este relato está lleno de referencias
a mi vida y el abuelo protagonista está basado en mi abuelo,
Antonio, a quien dedico el relato, pero no es un cuento
autobiográfico. Cuando alguien empieza a escribir lo hace sobre lo
que conoce, que es su vida, para luego ir aprendiendo a mentir, a
crear nuevos mundos, personajes y situaciones, pero, en el fondo,
siempre la experiencia del escritor es parte importante en el proceso
creativo. Por eso que nos pasan siempre cosas tan raras a los
escritores.
Después
llega La generación más preparada de la historia, un
cuento más extenso y que nació tras leer La capital del
mundo de Hemingway, que ya os he mencionado antes. Hemingway
nos mostraba una Madrid en la que la tauromaquia era el centro de
muchísimas historias que se enlazaban y que, al final, nos dejaba un
amargo sabor de boca. En La generación más preparada de la
historia, parto de una situación que muchos de nosotros, más de
los que me gustaría, estamos viviendo y que es la inmigración.
Tantos esfuerzos, tanto trabajo para que, al final, tener que dejar a
nuestras familias, amigos, vidas, para poder buscar un futuro mejor
en otro país. Una familia, los Manzanares, de cinco miembros, y un
horrible suceso. Y hasta aquí puedo contar.
El
tercer relato es Mataré un ruiseñor, un relato
complicado a priori pero que, en realidad, es un catálogo cultural a
mi gusto. Cuando acabé el Máster, mis amigos y yo ideamos un blog
para que, entre todos, pudiéramos darnos a conocer los unos a los
otros y cada X tiempo nos tocaba subir un relato, un poemita o
cualquier otro tipo de texto. Una de estas veces, cuando llegó mi
turno, no tenía nada preparado y me levanté del escritorio, fui a
mi estantería de libros y me quedé cinco minutos mirándolos, en
busca de la serendipia. Y ésta llegó y nació un relato de amor y
literatura fuerte y lleno de referencias a mis obras favoritas.
Después
llega Las luces de Navidad. ¿Sabes una cosa? Cuando
revisé la antología, antes de mandara a las editoriales, me di
cuenta de algo: me encanta la Navidad. Y no es que antes no lo
supiera, es algo más que eso. En éste libro, la Navidad es punto
importante en, al menos, 3 de los relatos. Las luces de
Navidad es un relato de saltos temporales en el que el
narrador cuenta la historia de la protagonista, de quien está
enamorado. Él se gana la vida escribiendo para un periódico y ella
es una prostituta atrapada por su trabajo. Si este relato está aquí
es por la declaración de amor que el narrador hace y que, al final,
te hace descubrir que todo el relato es simplemente eso, una
declaración de amor.
El
quinto relato es bastante especial. El búlgaro es
un relato que escribí en mis primeros compases por tierras inglesas,
cuando viví allí en 2016 durante cinco meses y va dedicado a la
persona más importante para mí en aquella estancia: mi amigo
Andriyan, el cocinero. De éste relato puedo decir que sí, que es
fiel a la realidad, que todo fue tal y como lo cuento y que, además,
si está aquí es por un motivo crucial, ya que no es uno de mis
mejores relatos, ni mucho menos. El búlgaro estuvo
en mi blog personal durante varios meses, hasta que decidí juntarlo
a otros para formar esta antología, y, un día, revisándolo,
encontré un comentario de un escritor que me había encontrado
gracias a una plataforma de Internet llamada “Sttorybox” y que
gustaba de mis relatos. En el comentario, éste usuario me dijo que,
aunque este relato no era ni de lejos uno de mis mejores, destacaba
entre todos por la sinceridad que había en él y que, por eso,
merecía una mención importante en mi carrera.
Tiempo
muerto es, de lejos, el relato del que más orgulloso estoy.
También nació en el Máster, tras una lectura en la que Edgar Allan
Poe explicaba cómo había escrito El cuervo. Él decía
que lo más importante era encontrar lo que queríamos transmitir con
el texto y, después, armarlo todo alrededor de dicha idea. Tiempo
muerto es un relato duro, lleno de símbolos, en el que un
niño inocente destapa la dramática historia de Eduardo, el bedel
del cementerio al que todos llamaban “el enterrador”.
Ya
he dicho que hay dos relatos que van con dedicatoria, pero hay otro,
y ese es El hábitat de las orcas blancas, dedicado a mi
primo, Sergio, con el que he crecido y he compartido muchos de los
más importantes momentos de mi vida. Carlos es un chico que vive en
Madrid y trabaja desde bien temprano en una cafetería. Aitor, su
primo, es un joven escritor que va a la gran ciudad a presentar su
primera novela y, además, a pasar tiempo con su primo. Madrid es una
ciudad enorme pero, en El hábitat de las orcas blancas,
lo único que importa entre todo ese gentío es Carlos para Aitor y
viceversa.
Después
de éste llega Relato 21, un cuento que escribí para
celebrar San Valentín en el blog que compartía con mis compañeros
y amigos del Máster. Su nacimiento es parecido al de Mataré
un ruiseñor, pues cuando llegó el momento me encontraba
bloqueado y no sabía qué escribir, por lo que me ayudé de una de
las técnicas que habíamos ensayado en el Máster: iniciar un
diálogo con algún tipo de conflicto y dejarse llevar. Y así fue.
El protagonista está intentando escribir un relato de amor pero no
le sale y su ayudante tampoco le está siendo de mucha ayuda, y hasta
aquí puedo leer. Relato 21 es uno de los relatos
más breves pero quizás el más intenso de todos.
Milena tiene
muchos trazos de Las luces de Navidad. Un hombre, el
protagonista, se encuentra en el entierro de su madre cuando conoce a
Milena y, a partir de ahí, nace una historia de amor tóxica, con
regresos de fantasmas pasados y un final escalofriante.
El
décimo relato se llama Un poema asesino y, sí,
tiene como momento álgido la Navidad. Imaginad un pueblo, un pueblo
normal, de los de verdad, de en los que todo el mundo se conoce, en
los que los veranos parecen no tener fin, de esos a los que gusta ir
a quienes se han pasado la vida entera viviendo en una ciudad. Un
pueblo como este, el nuestro. En el pueblo del relato, de repente
empiezan a sucederse una serie de muertes en circunstancias
sospechosas. Todo el pueblo está aterrorizado y, además, aparece un
personaje extraño que dice ser detective y que enciende aún más el
ambiente. Un relato que, como me dijo una amiga muy querida, habla de
muertes en serie pero que, a la vez, es tremendamente entrañable.
Eva es
el penúltimo relato y Eva es la protagonista del mismo, una chica
cansada de sufrir en silencio y que rompe todas las cadenas para
poder avanzar. Éste es un relato muy íntimo y de formas elegantes
en el que cuento una historia que, en realidad, no tiene nada de
inusual.
Y,
por fin, llegamos al relato final, el que da título al libro. Y no
es casualidad que lo haya acompañado de un fragmento de mi relato
favorito, El Aleph de Borges, pues Para
escribir cuando no estés es la culminación a esta obra.
Mentiría si dijera que es el último relato que escribí, porque no
es así, o que es el mejor relato que he escrito nunca, porque
tampoco creo que lo sea, pero sí que es el relato que debe cerrar
esta obra. En Para escribir cuando no estés, hablo de la
soledad, de corazones rotos y de la escritura, tres temas que se han
repetido constantemente a lo largo de toda la antología. Éste
relato lo tenía en mi cabeza meses antes de escribirlo, sabía cómo
quería que se llamara y de qué quería escribir en el mismo, pero
hasta que no estuve preparado no lo escribí. De hecho, nació casi
sin querer, una noche que, en mi periplo por tierras inglesas,
mirando por la ventana de la cocina del lugar en que vivía, decidí
empezar a escribir algo, algo que mutó hasta convertirse en el
relato que llevaba tanto tiempo queriendo escribir.
El
título del relato y también del libro surge de una canción del
grupo Supersubmarina.
Una deliciosa canción llamada Para
dormir cuando no estés y
que me persiguió durante mucho tiempo: me despertaba con ella en la
cabeza, soñaba con ella de fondo… Y es que es una canción
excepcional, de esas que todos los grupos tienen y que solamente son
especiales para algunas personas.
La
página promocional del libro es la
siguiente: http://javierpavonamo.donbuk.com/
Para
su compra en físico, en la página oficial de
Donbuk: https://www.donbuk.com/producto/para-escribir-cuando-no-estes-javier-pavon-amo/
Para
su compra en ebook, en la página oficial de
Donbuk: https://www.donbuk.com/producto/escribir-cuando-no-estes-javier-pavon-amo-ebook/
También
está disponible en otras plataformas:
Y
también en Argentina:
También
estará disponible próximamente en Amazon.
Y,
a continuación, os dejo el BookTrailer de Para escribir cuando no
estés:
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