El
ocaso de la semana me pilla aquí,
viendo
cómo el cielo se cae tras la ventana,
tecleando
palabras que no ayudan a nadie,
trabajando
con resaca.
Mientras,
mis ojos se fijan en la otra esquina,
donde
alguien teclea, como yo,
de
tal forma que no puedo dejar de mirarle;
me
acuerdo de aquel mensaje.
Mi
cuerpo me pide abandonarme a la comodidad,
mi
mente vuela hacia aquellos ojos,
¿dónde
estás? me pregunto,
la
respuesta es que no aquí.
Un
relámpago me devuelve tu cara,
una
canción tu silencio y el suyo;
sueño
que no puedo alcanzar nada,
despierto
y puedo levantarme.
Mientras
le veo mirar por la ventana,
cómo
la ventisca sacude la ciudad,
yo
le pienso y te pienso a ti también:
maldito
mensaje que cuatro años atrás,
puso
inicio a mi final.